José Mª Villegas Izquierdo nació el 8-5-1917, en Caniles (Granada), pequeño pueblo dominado por las fuerzas reaccionarias de la iglesia y los latifundistas. Desde su juventud mostró sensibilidad social y su amistad con un anarquista, desterrado en el pueblo por su participación en la insurrección anarquista de 1932 en las minas de Sallent (Barcelona), le llevó a participar en pequeñas acciones, como el reparto de propaganda, hecho que determinó su marcha del pueblo, a causa de las presiones del párroco y de la violenta agresión de la que fue objeto por parte de personas anónimas, mandadas por el mismo párroco.
Llegó a Barcelona en 1934, donde trabajó en su oficio de carpintero y se vinculó al Sindicato de la Madera de la CNT. El contacto con las Juventudes Libertarias aceleró su formación cultural y política, al tiempo que cultivaba amistades con las que compartió ocio y acción.
Al día siguiente de producirse el golpe de estado de 1936, participó en las luchas libradas en torno al cuartel de Atarazanas y, una vez formadas las Milicias Populares para recuperar las tres capitales aragonesas, y en especial Zaragoza, se integró en la 49 Centuria de la Columna Durruti que se desplazó a Tardienta y protagonizó los duros combates para la toma de la ermita de Santa Quiteria, en el mes de agosto. Integrado en la Brigada 153 de la Columna Tierra y Libertad, partió hacia la defensa de Madrid, para regresar poco después al frente de Aragón, donde tomó parte en la Batalla de Belchite; en el proceso de militarización, sucedido en esta etapa, obtuvo el grado de teniente. A consecuencia de un enfrentamiento con la jerarquía militar, acaecido en Binéfar, fue internado en el castillo de Figueres, de donde fue liberado y destinado a Játiva, en la 82 Brigada, con la cual luchó en la ofensiva republicana más ambiciosa de toda la guerra, la Batalla del Ebro.
A partir del desenlace negativo para el Ejército de la República, emprendió el camino de la retirada, cruzando la frontera por Le Perthus. Internado en el campo de Argelers, enfermó a causa de las terribles condiciones de vida y fue llevado a un barco hospital, y más tarde al hospital San Sebastián de Marsella, de donde escapó. Detenido, fue llevado al campo de Barcarés, y tras una nueva huida, se camufló en trabajos de vendimia en la zona de Narbona, hasta que finalmente recaló en Toulouse, donde compaginó el trabajo de ebanista con la participación en la Resistencia.
A partir de 1943 las acciones contra los ocupantes alemanes fueron cada vez más duras, destacando entre ellas, la liberación de manos de la Gestapo del secretario del Partido Socialista Francés y futuro presidente de la República francesa, Vincent Auriol, y la actuación como correo de fondos depositados en Suiza. Después de ser herido en una emboscada, fue internado en la prisión militar de Saint Michel, donde coincidió con Francisco Ponzán.
El 30 de julio de 1944 comenzó el camino de la deportación que transcurrió de Montauban a Buchenwald, donde llegó el 6 de agosto. Con la matrícula 69684, pasó unos meses en el campo central, destinado al trabajo de limpieza de bosques, y sufrió los bombardeos aliados, hasta que fue enrolado en el comando Plomnitz, dependiente de Mittelbau-Dora y conocido con los nombres clave de Leau o Leopard; allí tuvo que trabajar en el embalaje de armamento, y en la construcción de los cohetes V2, en el interior de unas antiguas minas de sal. Con el avance de los ejércitos soviéticos y aliados, fue evacuado en una de las marchas de la muerte, a la que puso fin la llegada de tropas canadienses, el 14 de abril de 1945.
Después de pasar por Bélgica, llegó a París y, una vez recuperado de las secuelas de la deportación en una clínica dependiente del Instituto Pasteur, reemprendió la lucha, orientada, entonces, a conseguir la caída de la dictadura franquista. En el congreso de la CNT, celebrado en el mes de agosto en París, fue nombrado Delegado de Defensa, con la misión de conseguir armas y organizar la entrada de grupos clandestinos a España. En 1946 hizo su primera incursión, dirigiéndose a Barcelona con algunas armas, con el objetivo principal de imprimir propaganda y conseguir la unidad entre los distintos grupos libertarios. Acosado cada vez más por la policía franquista, con agentes que actuaban incluso en Francia, decidió emigrar a Venezuela.
Llegó a Caracas en 1948, y allí reanudó su oficio de ebanista, a la vez que desarrollaba tareas organizativas y de propaganda, con la edición de revistas y la celebración de actos en la Casa de España. Una vez muerto el dictador Franco, regresó temporalmente a España en tres ocasiones, hasta su instalación definitiva en Baza (Granada) en 1995.